Casi todas las personas tomamos un café por la mañana al levantarnos y hacerlo forma parte de la rutina; unos lo toman en casa y otros en las máquinas de café del trabajo. Muchas personas solamente se toman ese primer café para iniciar el día y muchas otras toman varios durante la jornada.
La vinculación del café y el verano está clara, pues la llegada del calor hace que nuestros hábitos de consumo cambien. Los que viven en ciudades o zonas calurosas, que en España son muchas, incluso con un calor sofocante en verano, conocen perfectamente la desagradable sensación de no haber pegado ojo en toda la noche. Las altas temperaturas nocturnas evitan que conciliemos el sueño y descansemos durante la noche, lo que se traduce en fatiga y malestar al día siguiente.
Al levantarnos solo tenemos un único pensamiento: llegar a nuestro centro de trabajo, lo más rápido posible, para disfrutar del aire acondicionado y de las benditas máquinas de café, que nos van a proporcionar la ayuda extra que necesitamos para mantenernos despiertos y comenzar el día. Tenemos tanto sueño que la cafeína de una taza de café, es la solución perfecta para iniciar la mañana y empezar a despejar nuestras neuronas.
A lo largo de la jornada laboral arrastramos el cansancio de no haber dormido por la noche y necesitamos mantenernos despejados y concentrados, por lo que haremos otra visita a las máquinas de café. Lo repetiremos varias veces más a lo largo del día, multiplicando de esta forma nuestra ingesta de café con respecto a los meses más fríos.
Esta falta de sueño tan propia del verano es la causa de que el consumo de café aumente, ya que debemos mantener la productividad laboral. Si además al café le añadimos hielo, se convierte en una bebida refrescante y estimulante ideal para combatir el cansancio estival.
Fuentes Información Hechos de Hoy | Nutriguía


